Roger y Helen Mifflin han abierto una pequeña librería en Brooklyn. Es un negocio de compra-venta de libros, bastante destartalado y peculiar, con las estanterías abarrotadas de viejos ejemplares y algunos clientes leyendo a placer por los rincones. No sólo tiene al canino Bock para guardarla, sino que además dispone de su propio club de debate, el club de la mazorca, y de la promesa de estar encantada. Roger y Helen no necesitan más para ser felices. Y eso que todavía se han topado con la hermosa Titania, su encantadora nueva dependienta, con Aubrey, su valiente publicista y protector, y el extraño misterio del Cromwell desaparecido dos veces.
"ESTA LIBRERÍA ESTÁ ENCANTADA
por los espectros de tanta gran literatura
como hay en cada metro de estantería.
(...)
Busque, amigo, busque cuanto guste,
pues bien claros están los precios.
Y si quieres preguntar algo, hallará al dueño donde
el humo del tabaco se torne más espeso.
Compramos libros en efectivo.
Tenemos eso que usted busca,
aunque usted no sepa aún cuánto lo necesita.
La malnutrición del órgano lector es una enfermedad seria.
Permítanos prescribirle un remedio.
R. & H. MIFFLIN,
propietarios"
La encantadora librería de Brooklyn (algo llena en exceso de humo para el gusto del lector actual), el reencuentro con Roger y Helen, y las peregrinas teorías (esta vez también bélicas y pacifistas, además de literarias) del señor Mifflin, constituyen los puntos fuertes de la novela. Morley la escribe justo al finalizar la Primera Guerra Mundial, lo que da pie a su protagonista a reflexionar sobre el terrible conflicto y el proceso de paz posterior en que el Estados Unidos aportó su granito de arena. Roger echa mano de los grandes pensadores de la Historia y sus escritos para elaborar un discurso algo cándido pero lleno de pasión sobre el perdón y la condición de víctimas de todos los contendientes, de tender una mano a la Alemania vencida, de poner las bases a una paz duradera.
"Gracias a Dios que soy librero, traficante de sueños, belleza y curiosidades de la humanidad y no un simple mercachifle ¡Aún así, cuán indefensos quedamos cuando tratamos de explicar lo que ocurre en nuestro interior."
El club de la mazorca, los debates que en él se llevan a cabo, la aparición de Titania Chapman o los anuncios de objetos perdidos, son algunos de los elementos que contribuyen al encanto de la narración. Sin embargo, hacia la mitad del libro, la trama se simplifica, los adorables señores Mifflin casi desaparecen de escena, y Aubrey se hace con el protagonismo de una historia de espionaje y misterio que, aunque provista de buen sentido del humor e impecablemente orquestada, resulta algo ajena al espíritu de aquel Parnaso que encantó a los lectores.
Sin embargo, la librería encantada de los Mifflin tiene tanto encanto y personalidad que en los primeros capítulos de la novela una espera encontrarse de un momento a otro a Helene Hanff haciendo sonar la campanilla de la puerta al entrar en ella.
Sin embargo, la librería encantada de los Mifflin tiene tanto encanto y personalidad que en los primeros capítulos de la novela una espera encontrarse de un momento a otro a Helene Hanff haciendo sonar la campanilla de la puerta al entrar en ella.
Lector, una historia con mucho encanto y metaliteratura para los amantes de las librerías peculiares y los misterios con libros incluidos.
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La librería encantada